miércoles, 20 de febrero de 2013

Toda esa tristeza, esas ganas de buscar que fue lo que hiciste mal, de volver el tiempo atrás para hacer todo distinto (qiizás esa sea la solución), todas las dudas, los por qué, la tentación de marcar su número, de hablar con el aunque sea para escuchar su voz, los sueños de que algún día todo sea como ántes; aparecen de nuevo cuando menos te lo esperás, salen del escondite en donde tan ingeniosamente los habías guardado. Son como animales enjaulados, que golpean y golpean hasta que rompen la cerradura y salen, más fuertes que nunca, corriendo para todos lados, destruyendo todo a su paso, sin piedad. Ahí es cuando te das cuenta que no hiciste más que enfurecerlos más, agrandaste su poder y ahora ellos están dispuestos a atacar por la espalda, tomándote totalmente por desprevenido, con la guardia baja.