sábado, 22 de junio de 2013

Anochecer en Capital




Salgo a caminar, y de repente tengo una rara sensación de tranquilidad, como esa que viene cuando estás rodeada de caos, pero aún así te sentís más allá, mirando todo de lejos. Creo que es buen momento para un cigarrillo, lo enciendo y siento como si al exhalar el humo, se estuviera yendo con él todo lo que me preocupa (no soy de fumar mucho, pero acepto que hay momentos que invitan a hacerlo). Para colmo noto que empiezan a caer unas tímidas gotas, que no hacen más que aumentar la velocidad de los pasos de los peatones, la frecuencia de los bocinazos y el nerviosismo en general; y producir un efecto totalmente inverso en mí.
                Todo eso se complementa y crea la ecuación perfecta para llegar al equilibrio, Capital me transmite esa rara sensación (o quizás la rara soy yo) de saberme distinta, indiferente a ese otro mundo en donde todo lo controlan las manecillas del reloj.

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